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Opinión

Vulnerabilidad y Solidaridad

1 de septiembre de 2021

Dra. Paulina Taboada

Pontificia Universidad Católica de Chile

 

Esta columna se enmarca en el primer concurso fotográfico de la Facultad de Medicina UC, “El Buen Samaritano: un corazón que ve”, en el que podrán participar estudiantes de carreras de la salud de cualquier universidad nacional o extranjera.

 

La experiencia de la vulnerabilidad y su visualización en pandemia

Una de las experiencias más significativas durante esta pandemia ha sido la vivencia de nuestra radical vulnerabilidad e interdependencia, como seres humanos. Muchas de las cosas que solíamos considerar importantes y en las que invertíamos mucho tiempo, energías y recursos, han demostrado no tener tanta relevancia al ser confrontadas con nuestra fragilidad y finitud. Los estilos de vida centrados en el éxito, la competitividad, la producción, la posesión de bienes materiales, los deseos de control y el afán de dominio sobre los demás y sobre el medio ambiente han sido radicalmente cuestionados durante la pandemia.

La ‘pausa obligada’ que el mundo entero ha tenido que hacer durante más de un año nos ha regalado la oportunidad y el tiempo necesarios para reevaluar nuestras prioridades y el sentido profundo de nuestra existencia con otros. Si hasta inicios del 2020 podíamos configurar nuestras vidas ‘invisibilizando’ nuestra vulnerabilidad, al comenzar la pandemia esto ya no fue posible. La vulnerabilidad se hizo inevitablemente visible.

Un aspecto positivo de esta vivencia remecedora es que ha puesto de manifiesto desafíos éticos latentes, pero ‘invisibilizados’. Emerge así la necesidad de repensar el sentido de nuestra existencia; nuestras prioridades de vida; las formas de organizar la convivencia humana, el trabajo y la producción; los criterios para distribuir bienes sociales, como la educación y la atención sanitaria, por mencionar sólo algunos.

La palabra “vulnerabilidad” tiene su origen en el latín (vulnerabilis; vulnus, vulenris). Su significado etimológico se refiere a lo que puede ser herido o golpeado. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define “vulnerable” como lo “que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente.” Similar, aunque antropológicamente más completa, es la definición que ofrece el Cambridge Dictionary, al afirmar que vulnerable es lo susceptible de ser herido, influenciado o atacado física, emocional o mentalmente. Esta definición se acerca más a una concepción antropológica integral, que reconoce las diversas dimensiones de la persona humana. En efecto, todo ser humano es susceptible de ser herido en cualquiera de estas dimensiones.

 

Solidaridad y su vínculo intrínseco con la vulnerabilidad

La palabra “solidaridad” viene de sólidum: lo sólido, lo compacto, lo firme, como contrario a lo líquido. Etimológicamente se refiere a la necesidad de apoyar a otro cuando no es capaz de sostenerse a sí mismo; de ofrecerle un punto firme donde pueda apoyarse cuando se quiebra. La “fragilidad” remite etimológicamente a algo que puede quebrarse con facilidad. Al exponer nuestra fragilidad a otro, renunciamos a defender la propia imagen; mostramos nuestra indigencia y debilidad. Ello permite al otro percibir la vulnerabilidad.

Ese rostro descubierto del otro, que se muestra “sin máscaras”, esa cercanía con quien no puede sostenerse a sí mismo interpela nuestra responsabilidad; es una llamada a proteger al sujeto más frágil. Sin la fragilidad seríamos menos humanos. Frente a la vulnerabilidad ajena no podemos permanecer pasivos o inmutables; debemos responder solidariamente, haciendo lo que esté a nuestro alcance para mitigar la vulnerabilidad del otro.

Por tanto, la vulnerabilidad está intrínsecamente ligada a la solidaridad. No se trata de un vínculo accidental, contingente. La vulnerabilidad interpela nuestra responsabilidad y nos pone en relación con el otro; nos hace responsables del otro. Ser capaces de mirar y escuchar el llamado que nos hace la fragilidad del otro es lo que nos “humaniza”. La vulnerabilidad nos remite necesariamente a la profunda vinculación entre los seres humanos. Por tanto, la vulnerabilidad está profundamente unida a la acogida y a la hospitalidad. Es una oportunidad de ‘responder con humanidad’ ante el otro, los otros y lo otro. La vulnerabilidad es ‘condición de posibilidad’ de crecer en humanidad. La vulnerabilidad es fuente transformadora del mundo, trasformación cuya necesidad se ha hecho particularmente evidente durante la pandemia.

 

 

Por:

Dra. Paulina Taboada

Profesor Asociado
Medicina Interna
Doctor en Filosofía

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