En varias comunidades científicas, se ha estado explorando la idea de que la población bacteriana que se asienta en el tracto gastrointestinal juega un importante rol en la génesis de diversas enfermedades y condiciones médicas. Se trata de una ampliación la idea de la “flora bacteriana”, pero recientemente ha sido incluso más expandida: cierta población de estos microbios regula e interviene en funciones endocrinas y neurológicas importantes. Estos reciben el nombre de Psicobioma y se cree que cumplen un rol importante en la regulación de las emociones, pensamientos e incluso el comportamiento.
Todo este ámbito de discusión ha dado origen a la idea de los psicobióticos, algo así como probióticos, pero serían sustancias que promueven a aquellas poblaciones de microbios relacionados con las funciones psicológicas y neurológicas. Se cree incluso que tendrían un efecto positivo en condiciones graves como la depresión e incluso en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Sin embargo, identificar con precisión las comunidades de microbios que componen al Psicobioma, y cómo estás se relacionan con funciones neurológicas y endocrinas específicas no es una tarea fácil.
Aun así, en la compañía Holobiome, cuyo laboratorio sería el que lleva la delantera en la identificación y cultivo de estas poblaciones microbianas, sus investigadores creen que dentro de un año sería posible comenzar ensayos clínicos en humanos. De hecho, esta compañía recientemente ha iniciado una colaboración con la multinacional Johnson & Johnson para la producción y desarrollo de productos psicobióticos y otras terapias asociadas al Psicobioma.
Si el desarrollo de este ámbito resulta ser exitoso nuestra visión del impacto de la alimentación cambiaría fundamentalmente. Ya no sería la vaga noción de ésta tiene incidencia en la salud general, si no que en cuanto modifica el Psicobioma de manera específica las cuales produce alteraciones directas en nuestros estados de ánimos, mentales y comportamientos. Mirando la historia de la alimentación en retrospectiva, quizás nos encontraríamos con interesantes sorpresas. Y mirando hacia el futuro se muestra como una promesa terapéutica para la salud mental, pero también abriría la posibilidad de una industria alimenticia y psicobiótica que tenga el hipotético poder de influir en los estados mentales y comportamientos de las personas.
Gabriel Vidal Quiñones
Crédito Fotográfico: Max Kegfire – Getty Images
Referencias:
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