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Opinión

Pandemia y Fraternidad Universal

9 de junio de 2020

La Pontificia Academia para la Vida publicó una declaración donde repasa los desafíos morales que la pandemia del COVID 19 plantea a la humanidad. Ante todo, el texto considera que esta pandemia es un tiempo para poner a prueba nuestras conductas y convicciones pasadas. Como toda crisis, es una oportunidad para someter a revisión lo que se ha hecho, para ver si resiste la prueba que este nuevo escenario plantea.

En primer lugar, queda en entredicho nuestra fe en el progreso tecnológico. De hecho, estamos utilizando una de las estrategias menos tecnológicas posibles para detener el avance del virus: la cuarentena, el lavado de manos y el uso de barreras físicas. En definitiva, la pandemia ha universalizado la consciencia de la precariedad de la vida humana, ante la cual la tecnología no se yergue como un escudo invulnerable.

Por otro lado, la pandemia ha mostrado que la interconexión que la globalización trae consigo no es suficiente. Hay que pasar de la interconexión a la solidaridad, que no es la mera coexistencia que no provoca daño, sino el actuar a partir de la realidad que la vida de uno depende de otro, y viceversa. Muchas veces es necesario arriesgar la propia vida para cuidar la del otro, como sucede cotidianamente en los hospitales, muestra primera línea ante el avance de la pandemia.

El documento propone también otra forma de integración: entre ciencia y humanismo. No pueden ser los criterios técnicos y utilitarios los que primen por sobre el respeto de la dignidad de toda vida humana. Sería poner la vida en manos de la técnica y no del deber de cuidar, especialmente de los más débiles y frágiles. No podemos olvidar que la fortaleza del sistema sanitario depende de la solidez del componente más frágil.

El documento concluye con una invitación al valor de la oración de intercesión como forma de integración solidaria, que tiene su centro en la cruz de Cristo. La Pontificia Academia para la Vida, en síntesis, nos recuerda lo que ya dijo el Papa Francisco repetidas veces en la Laudato Si’: “todo está conectado”, lo que implica también que sólo juntos y unidos podemos pensar en un futuro mejor después de la pandemia.

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