Usualmente la filosofía es acusada de ser excesivamente especulativa, de escarbar en exceso tratando de encontrar alguna cosa rebuscada o, en lenguaje popular, de buscarle la quinta pata al gato. Sin embargo, con esto se subestima su poder anticipatorio. Me parece que, en este momento de vertiginosos cambios, es conveniente devolverle a la filosofía este rol, porque quizás nos estemos acercando a ciertos caminos sin retorno. Específicamente, me parece que el cuerpo como lo conocemos, el ser humano biológico, podría ser dejado atrás. Esto, a través de tres tecnologías recientes: la IA, la manipulación genética y la hibridación.
En primer lugar, la inteligencia artificial, aunque durante mucho tiempo todavía requerirá supervisión humana, tiene el potencial real de dejar obsoleto al pensamiento humano, al menos desde un punto de vista puramente técnico. Una IA puede realizar ensayos, escribir libros, dibujar y componer música, actividades que se consideraban paradigmáticamente humanas. No solo eso, a través de la IA pueden crearse diferentes escenarios ficticios indistinguibles para el ser humano común, los conocidos deepfakes. Puedo hacer que un político diga cosas que nunca dijo, recrear el concierto de un artista fallecido como si fuese actual; se pueden crear escenarios falsos indistinguibles de los reales. Sumados a las tecnologías de experiencia inmersiva, que seguro mejorarán aún más en el futuro, se puede remplazar la experiencia real por una virtual. En suma, tanto la inteligencia como la experiencia humanas podrían ser completamente obsoletas. La gran maquinaria que es la civilización podría dejarse a cargo de las IAs, y el cuerpo humano podría ser nada más que el repositorio carnal de una experiencia virtual desencarnada.
En segundo lugar, las tecnologías de manipulación genética, aunque todavía tienen ciertas limitaciones, han tenido un avance increíblemente veloz. Pasamos de tener la capacidad de alterar, con muchos errores, ciertos genes a ser capaces de alterar genes con alta precisión e incluso de crear embriones sintéticos en algo así como una década. Hasta ahora las investigaciones se han visto limitadas por razones éticas y se restringen a lo terapéutico, como utilizar la manipulación genética para sanar enfermedades o defectos genéticos. Sin embargo, nada impide que en el futuro su uso se expanda a cuestiones que antes nos parecía de ciencia ficción: la creación de hijos de diseño, la expansión de las capacidades humanas hacia límites sobre lo normal o, incluso, a la modificación de la secuencia genómica propiamente humana. Es decir, podríamos tener el poder para cambiar la especie que somos, para dejar de ser homo sapiens. Es decir, tenemos la posibilidad de inaugurar una nueva naturaleza, un post humano.
En último término, la hibridación se añade como otro componente a estos dos frentes. De momento, modestos experimentos mezclan, muchas veces sin éxito, células de diferentes organismos. Sin embargo, con el avance futuro de otras tecnologías bio-médicas, que no necesariamente son la manipulación genética, podríamos combinar características de seres vivos de diferentes especies. O podríamos implantar partes de seres vivos en otros seres vivos, dando origen a quimeras. También es posible hibridar a los seres vivos con partes artificiales. Una forma modesta y algo inofensiva de esto lo podemos ver en neuralink, el conocido proyecto de Elon Musk que permitiría implantar un dispositivo electrónico en nuestro sistema neuronal. Sin embargo, nada impide que en el futuro que el grado de implantación de dispositivos tecnológicos pase de ser meramente prostético, a tratarse ya de una fusión completa entre ser humano y máquina, dejando atrás el cuerpo humano sin invasión de partes artificiales.
Todo esto nos permite, al menos, considerar la posibilidad de la obsolescencia del cuerpo humano biológico en un futuro distante. Deberíamos tener en cuenta esta posibilidad para, de hecho, poder preguntarnos si queremos avanzar en esa dirección ¿Queremos un futuro en el que el avance de la tecnología suponga la obsolescencia del cuerpo humano? ¿Qué hay de valioso en el cuerpo humano inalterado? ¿Queremos seguir en esta vía de creciente desuso del cuerpo biológico? ¿Nos está dando el bienestar que se supone hemos buscado a través de la tecnología? Es mejor hacerse estas preguntas excesivamente temprano que demasiado tarde. Y es mejor hacerlas mal, que no hacerlas para nada, si es que se las acusa de ser excesivamente especulativas.
Gabriel Vidal Quiñones
Creditos imagen: https://www.forbes.com/sites/sarwantsingh/2017/11/20/transhumanism-and-the-future-of-humanity-seven-ways-the-world-will-change-by-2030/?sh=72cda0957d79