Diversas culturas a través de la historia de la humanidad han realizado distintas prácticas de embellecimiento, adornos y modificación de la apariencia. Desde el delineado negro de los egipcios, la modificación de los pies en la antigua china, el maquillaje exageradamente pálido y ruborizado en el rococó francés, etc (Eldridge, 2015). A su vez, estas prácticas se ven influenciadas y a la vez crean distintos estándares de belleza que se vuelven dominantes en diferentes culturas e impulsan a las personas a considerar diversos procedimientos estéticos (Sarwer et al., 1998).
En el mundo contemporáneo estas prácticas siguen. La forma más común de estas prácticas de modificación de la apariencia son principalmente el vestuario, el maquillaje y los diferentes peinados. En las sociedades actuales existe un acceso inédito a una gran cantidad de formas de expresión, dando origen a diferentes subculturas con identidades visuales distintivas, por ejemplo en la cultura punk y en la estética glam (Chung & Jeong, 2009).
Sin embargo, fuera de las identidades visuales más underground, en la superficie del mainstream la situación es un tanto diferente. Especialmente en la actualidad, la era de las redes sociales. En primer lugar, antes de las RRSS y los teléfonos inteligentes, nuestra exposición a rostros considerados hegemónicamente bellos era mucho más limitada. Los veíamos ocasionalmente en la portada de alguna revista de alta moda, por ejemplo, en Vogue o Elle. Era el trabajo de fotógrafos, maquilladores y estilistas de una industria exclusiva. Produciendo imágenes de estándares visuales altísimos y quizás dignos de admiración, pero al mismo tiempo, conformados como evidentemente inalcanzables para la mayoría de las personas. Es decir, como ideales estéticos.
Sin embargo, la llegada de RRSS altamente visuales como Tumblr, Pinterest y, más recientemente, Instagram y TikTok, junto al crecimiento masivo de la industria de la moda, han convertido a los rostros hegemónicamente bellos en algo mucho más común. La abundancia de rostros modelescos que vemos en la publicidad y a través de RRSS es tan alta que ya no se conforman, necesariamente, como estándares inalcanzables. A pesar de que muchas veces sí lo son. Además, muchos de los rostros bellos que vemos en RRSS son el resultado de la edición de fotos, cirugías estéticas carísimas o ambas.
Ahora bien, la edición de la apariencia en fotografía o incluso en video ya no es algo tan inaccesible. Todos los usuarios de RRSS tienen acceso a filtros que embellecen la apariencia o potencian la calidad de la imagen real. Muchos de estos filtros adelgazan el rostro, agrandan los ojos, añaden maquillaje que los hace más rasgados y felinos, engrosan los labios, alargan las pestañas, marcan la quijada, etc. Y lo fascinante es que un filtro modifica siempre, a todas las personas, de la misma manera. Conformándose a un estándar de belleza prestablecido sin tener en cuenta las peculiaridades del rostro del usuario.
El maquillaje que antes solía ser solamente la proeza de maquilladores profesionales ahora también es mucho más accesible. Tanto en YouTube, como Instagram y TikTok se han masificado los tutoriales de maquillaje, ofreciendo a los diferentes usuarios un nivel de embellecimiento y modificación del rostro que antes era solo una prestación profesional. Muy conocidos fueron durante los 2010’s los diferentes tutoriales que enseñaban contouring una técnica de maquillaje que, utilizando luces y sombras, permite resaltar y por otro lado reducir ciertas zonas del rostro. Kim Kardashian, la celebridad que probablemente más popularizó esta técnica, contribuyó a establecer a un rostro definido como un estándar de belleza: usar el contouring para adelgazar la nariz, resaltar los pómulos, hundir las mejillas y elongar los ojos para una mirada más almendrada y felina.
Además, en la actualidad también han surgido alternativas no invasivas a la cirugía estética, con un valor monetario todavía alto, pero considerablemente inferior al de sus versiones invasivas. Procedimientos que, con una sola visita ambulatoria, permiten modificar la nariz, mejillas, pómulos, quijada, labios y mentón mediante la inyección de rellenos de ácido hialurónico (Matarasso et al., 2016). En este ámbito también operan estándares de belleza, muchas veces influenciados por alguna celebridad. Por ejemplo, los labios carnosos de Kylie Jenner, impulsaron a muchas personas a maquillarse los labios por encima la línea natural o directamente a utilizar procedimientos no invasivos para aumentar su volumen (Sharp & Fernando, 2023).
Del lado de los procedimientos más invasivos, también hay ejemplos en los que operan estándares de belleza (Thawanyarat et al., 2023). En la última década se popularizó el procedimiento de la bichectomía (Ciaramicolo et al., 2025), que daba a las mejillas un aspecto hundido y delgado al remover un bolsillo adiposo de las mejillas, resaltando los pómulos. También los conocidos Foxy Eyes, los cuales se logran mediante un procedimiento cuyo nombre médico es “cantoplastia”, el cual eleva las esquinas de los ojos haciéndolos más rasgados y felinos. Esto fue impulsado en gran parte por la admiración hacia la supermodelo Bella Hadid (Panayi et al., 2021).
En suma, es posible reflexionar que, en la era tecnológica dominada por redes sociales, la principal vía de propagación de los estándares de belleza son las app de carácter visual. A través de imágenes abundantes de supermodelos, celebridades, imágenes creadas con IA, rostros con filtros, etc, se ha ido estableciendo implícitamente un rostro unívoco al cual debemos conformarnos para ser consideradas personas bellas o atractivas.
La escritora Jia Tolentino de la revista “New Yorker” ha llamado a este rostro Instagram Face. De momento es, más o menos, lo siguiente: pómulos altos y afilados, una quijada marcada, ojos rasgados y felinos, narices pequeñas y puntiagudas y, finalmente, labios carnosos (Tolentino, 2019). En este sentido, el rostro en la era tecnológica dominada por redes sociales deja de ser el territorio del yo, de lo que hace único a cada individuo. Más bien, se convierte en el recipiente de diferentes rasgos que se conforman como hegemónicamente bellos. Distintas estéticas underground siguen representando una resistencia a esta igualación. Sin embargo, las redes sociales se convierten crecientemente en un territorio de homogenización de la apariencia, a pesar de su tremenda cantidad y variedad de rostros e imágenes.
Referencias
Chung, H.-S., & Jeong, H.-Y. (2009). A Study on the Comparison of the Glam and Punk Make-up—Focused on the 1970s -. The Research Journal of the Costume Culture, 17(1), 76-89.
Ciaramicolo, N. de O., Bisson, G. B., Constantino, A. F., Meira Júnior, S., & Ferreira Júnior, O. (2025). Buccal Fat Pad: Anatomical Review and Evaluation of its Aesthetic Removal. Journal of Maxillofacial and Oral Surgery. https://doi.org/10.1007/s12663-025-02573-6
Eldridge, L. (2015). Face Paint: The Story of Makeup. ABRAMS, Incorporated. https://books.google.cl/books?id=LpplCgAAQBAJ
Matarasso, A., Nikfarjam, J., & Abramowitz, L. (2016). Incorporating Minimally Invasive Procedures into an Aesthetic Surgery Practice. Clinics in Plastic Surgery, 43(3), 449-457. https://doi.org/10.1016/j.cps.2016.03.001
Panayi, A. C., Wu, M., Liu, Q., Haug, V., & Yu, Z. (2021). The Rising Interest in Canthoplasty: An Analysis of Online Search Trends. Journal of Craniofacial Surgery, 32(3), 907. https://doi.org/10.1097/SCS.0000000000007272
Sarwer, D. B., Wadden, T. A., Pertschuk, M. J., & Whitaker, L. A. (1998). THE PSYCHOLOGY OF COSMETIC SURGERY: A REVIEW AND RECONCEPTUALIZATION. Clinical Psychology Review, 18(1), 1-22. https://doi.org/10.1016/S0272-7358(97)00047-0
Sharp, G., & Fernando, A. N. (2023). Commentary on: Redefining Beauty: A Qualitative Study Exploring Adult Women’s Motivations for Lip Filler Resulting in Anatomical Distortion. Aesthetic Surgery Journal, 43(8), 917-919. https://doi.org/10.1093/asj/sjad090
Thawanyarat, K., Hinson, C., Gomez, D. A., Rowley, M., Navarro, Y., Johnson, C., & Venditto, C. M. (2023). #PRS: A Study of Plastic Surgery Trends With the Rise of Instagram. Aesthetic Surgery Journal Open Forum, 5, ojad004. https://doi.org/10.1093/asjof/ojad004
Tolentino, J. (2019, diciembre 12). The Age of Instagram Face. The New Yorker. https://www.newyorker.com/culture/decade-in-review/the-age-of-instagram-face
Crédito imagen: https://voicebox.site/article/instagram-face-phenomenon