En redes sociales los llamados “influencers” se han vuelto uno de los pilares en creación de contenido y publicidad. Literalmente, un influencer es alguna persona que, por diversas razones, alcanza notoriedad e influencia en algún ámbito de interés particular y, por lo tanto, es seguido por miles o incluso millones de personas. Existen influencers que producen contenidos de recetas de comidas, influencers expertos en moda y que arman outfits que los jóvenes intentan imitar, influencers que componen canciones y las cantan, influencers que juegan videojuegos, etc. También muchas celebridades ya establecidas se convierten en influencers al participar de redes sociales, como en el caso de las hermanas Kardashian o el exluchador y comentarista deportivo Joe Rogan que, por lo demás, posee el podcast más famoso del mundo. El valor de los influencers en el mercado es tremendo. Diversas marcas buscan auspiciarlos para publicitar sus productos y aumentar sus ventas, de manera que se produce un feedback positivo entre los influencers y diversos emprendimientos, grandes y pequeños. Los influencers pueden impulsar a sus seguidores a imitar sus comportamientos y a comprar los productos que publicitan, recomiendan o utilizan en su vida diaria. Entonces, mediante su influencia, los influencers ejercen un poder cultural y económico relevante.
El fenómeno de los influencers ya es especialmente llamativo, pero el desarrollo de la IA también se ha colado en este ámbito de la cultura humana y está comenzando a modificarla radicalmente. Esto porque, mediante diversos algoritmos que producen una especie de Chatbot que, al mismo tiempo, posee una imagen y un “cuerpo” diseñados por inteligencia artificial, es posible crear influencers artificiales cuya presencia es puramente virtual.
Serah Reikka es una galardonada actriz con más de 79.000 seguidores en Instagram. Dice que le encanta la comida francesa, los gatos y disfrazarse de personajes de ficción. Tiene el pelo morado. «Intento experimentar con otros estilos», dice, «a veces con éxito, a veces no realmente». Luego, tras una breve pausa, parece reflexionar sobre algo profundo. Serah no es humana. Es una inteligencia artificial semiautónoma. Una presencia puramente online con una personalidad y apariencia cambiantes, todo ello gobernado por un conjunto de algoritmos. Desde 2014, forma parte de una creciente comunidad de personalidades de las redes sociales que no existen en carne y hueso. Su contenido no difiere mucho del de los influencers humanos: fotos de vacaciones, un par de conjuntos nuevos, muchos selfies. La principal diferencia es que todo se genera por ordenador.
Hay algo más de 150 influencers virtuales en Internet, y su popularidad va en aumento. Algunos incluso han superado el millón de seguidores. Lu do Magalu, que empezó como vendedora virtual de una revista brasileña, encabeza ahora el sector con más de 55 millones de seguidores en las redes sociales.
La apariencia y aspecto de los influencers artificiales son cada vez más personalizables y realistas con el avance tecnológico. No solo eso, a diferencia de los influencers humanos no necesitan descansar. Pueden sacarse millones de selfies sin interrupción y producir contenido constantemente. No negocian difíciles contratos y pueden fingir a la perfección el disfrute de un producto. No tienen días malos, por lo que no tienen salidas de libreto ni nunca tratan mal a sus fans. Esto hace pensar que los influencers humanos, falibles, quizás sean remplazados por estos influencers virtuales.
Pero si los influencers son modelos de imitación, con influencia cultural y económica amplia, ¿qué pasaría si los cibernautas comienzan a imitar precisamente a máquinas que no sienten ni razonan? ¿Cuáles serían las consecuencias para la salud mental y, sobre todo, la cultura humana?
Fuente:
https://www.newscientist.com/article/mg25433900-800-the-rise-of-computer-generated-artificially-intelligent-influencers/