La receta para la vida de los mamíferos es sencilla: coger un óvulo, añadirle esperma y esperar. Pero dos nuevos trabajos demuestran que hay otra manera. En las condiciones adecuadas, las células madre pueden dividirse y autoorganizarse en un embrión por sí mismas. En estudios publicados en Cell y Nature en Agosto de 2022, dos grupos informan que han cultivado embriones sintéticos de ratón durante más tiempo que nunca. Los embriones crecieron durante 8,5 días, tiempo suficiente para que desarrollaran órganos distintos: un corazón que late, un tubo intestinal e incluso pliegues neurales. Estos embriones sintéticos se parecen mucho a los embriones naturales que se forman cuando el esperma del ratón se encuentra con el óvulo, pero no son 100% idénticos, ya que es posible ver algunos defectos y algunos cambios en el tamaño de los órganos.
Para los investigadores, estos modelos sintéticos tienen muchas ventajas sobre los embriones naturales creados a partir de óvulos y espermatozoides. Como crecen fuera del útero, son mucho más fáciles de observar. También son más fáciles de manipular mediante herramientas de edición del genoma. Es posible perturbar, manipular y eliminar todos los genes posibles de ratones o humanos. Eso podría hacerlos útiles para descubrir el papel de diferentes genes en los defectos de nacimiento o los trastornos del desarrollo.
¿Qué sigue para los embriones humanos cultivados en laboratorio?
Trasladar este trabajo a los humanos no será fácil. Los investigadores han conseguido que las células madre humanas se conviertan en blastocistos -una bola de células hueca que se divide rápidamente- e incluso que imiten algunos aspectos de la gastrulación -cuando el embrión temprano se organiza en capas distintas compuestas por diferentes tipos de células-. Pero llegar a la fase de formación de órganos en células humanas, que se produce aproximadamente un mes después de la fecundación, supone un importante reto técnico.
El proceso está lejos de ser perfecto. Sólo una pequeña fracción de las células desarrolla estas características y las que lo hacen no imitan del todo a un embrión natural. Pero el trabajo representa un gran avance que ayudará a los científicos a ver el desarrollo de los órganos con un detalle sin precedentes.
A medida que las técnicas de producción sintética de embriones mejoran, aumentan también cada vez más los cuestionamientos éticos. Una pregunta fundamental es si estas estructuras sintéticas son o no embriones. En caso de que sean embriones humanos, tendrían el mismo estatus moral que los embriones no sintéticos ¿Qué pasa si, además, estos embriones sintéticos eventualmente alcanzan un grado de desarrollo en el que se vuelven sintientes? Y más aún ¿Qué ocurre si estas estructuras sintéticas pueden alcanzar, eventualmente, el desarrollo completo de un ser humano? ¿Estaríamos frente a personas sintéticas o artificiales? ¿Tendrían el mismo estatus moral que las personas naturales? El modo en que esta tecnología puede modificar la reproducción humana es revolucionario.
Fuente:
https://www.nature.com/articles/d41586-022-02334-2