La red 5g es la última tecnología de redes inalámbricas, cuyas frecuencias alcanzan niveles que eran inaccesibles para su antecesora 4g, de manera que soporta velocidades hasta 20 veces mayores. Las aplicaciones de esta red de quinta generación tienen potenciales beneficiosos para el usuario común, para las redes utilizadas en salud, economía y muchas otras cuyo enorme flujo de datos requiere cada vez mayores velocidades de red.
Desde sus inicios la percepción de esta tecnología ha sido controversial, dado los potenciales peligros para la salud que, según sus detractores, las radiofrecuencias considerablemente superiores tendrían sobre la población. Estas teorías se profundizaron cuando el lanzamiento del 5g en 2019 coincidió parcialmente con el inicio de la pandemia Covid-19. Muchas teorías conspirativas apuntaron entonces, inmediatamente, a la supuesta correlación entre los dos eventos, viendo en el 5g el culpable escondido de la propagación del virus. Mientras que las afirmaciones más disparatadas indicaban que dicha señal podía propagar el virus, otras teorías apuntaban a algo que se acomoda con más facilidad al sentido común: la radiación emitida por esta nueva tecnología debilita la inmunidad de las personas, haciéndolas susceptibles a contagiarse con mucha mayor facilidad del virus.
Las autoridades y diversas instituciones científicas desmentían constantemente estas afirmaciones: los campos electromagnéticos que propagan las frecuencias que utilizamos, incluyendo el wifi, la antecesora 4g y otras no implican riesgo para la salud. Sin embargo, los detractores no parecen tener buenas razones para creer en las instituciones de las que precisamente desconfían, por lo que la desmitificación del 5g intensifica sus sospechas.
Cabe recordar, que no es primera vez que tecnologías de este tipo producen polémica. La histeria por la radiación es algo que data desde los peligros de un conflicto nuclear que acechaban durante la guerra fría en los 70, y también luego de que algunos estudios en esos años señalaran que la cercanía a lugares que emanaban radiofrecuencias se relacionaban con supuestos cánceres.
Este tipo de reacciones, también alcanzó a las tecnologías de redes inalámbrica en el año 2000 en un notable caso que, según el New York Times, dio origen y cabida a varias de las conspiraciones. En dicho año una escuela del estado de Florida quiso implementar infraestructura para el uso de laptops y redes inalámbricas para 250.000 estudiantes, como en muchas otras escuelas de Estados Unidos. Para evaluar los posibles riesgos de la implementación de estas tecnologías se contrató a Bill P. Curry, un físico que tras su asesoría reportó que las tecnologías eran peligrosas. Su evidencia era la creación de un gráfico que indicaba los supuestos daños que causaba en el cerebro la creciente absorción de las frecuencias, aumentando preocupantemente el riesgo de cáncer y otras enfermedades. A mayores frecuencias, mayor el daño, según el gráfico. Estas declaraciones resonaron en educadores, consumidores, autoridades locales y rápidamente se dispersaron hacia otras ciudades, causando sospechas sobre las crecientes redes celulares.
Sin embargo, el gráfico del Dr. Curry estaba equivocado, puesto que malinterpretaba los hallazgos en laboratorio. El efecto observado en los tejidos profundos del cuerpo no consideraba en lo absoluto el hecho de que la piel actúa como una barrera para la cual las más altas frecuencias no son solo inocuas, si no que incluso menos dañinas que frecuencias más bajas (con excepción de frecuencias extremadamente altas, por ejemplo, los rayos X).
Pese a ello, la propagación de tal gráfico, además de la continua asesoría del Dr. Curry y otros investigadores mantuvieron viva la sospecha en Estados Unidos. La preocupación aumentaba cada vez que advenía una actualización a las redes inalámbricas. Incluso, muchos de ellos advirtieron que la anterior 4g causaría aumentos en los casos de Cáncer. Sin embargo, según David Robert Grimes, investigador de cáncer de la Universidad de Oxford, indicó que no sería así y no ha sido así el caso.
¿La reciente controversia del 5g, será entonces, una prolongación más de esta sospecha con curiosos orígenes?
Gabriel Vidal Quiñones
Crédito: iStock.com/grmlin
Fuentes:
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