Usualmente la ecología, las políticas ambientales y el ambientalismo se muestran como tres aspectos de nuestra cultura plenamente coherentes y sin controversia entre sí. Los tres afirman sin controversia que enfrentamos una crisis ambiental agudizada por el cambio climático y que nuestro mejor saber científico debiese contribuir a comprender estos fenómenos, para poder enfrentarlos mediante políticas ambientales efectivas. Sin embargo, al ahondar en los detalles nos encontramos con que, a pesar de los amplios consensos, al interior de la ecología científica también puede haber desacuerdo y disidencia incluso en torno a cuestiones fundamentales.
No es tan conocido para el público general que al interior del ámbito científico ecológico parece haber una controversia entre dos enfoques sobre la eco-conservación que disputan cual sería el concepto más adecuado de “especie invasora” (Shackleton et al., 2022). Uno de los bandos afirma que el concepto de especie invasora es ‘nativista’, mientras que el otro afirma que los que cuestionan dicho concepto caen en un negacionismo acientífico.
La imagen de la conservación de la biodiversidad a la que estamos acostumbrados presenta a los ecosistemas como conjuntos estables y en equilibrio, siempre y cuando se respete su composición típica de especies, comunidades y poblaciones de seres vivos. Es decir, la identidad de un ecosistema consiste en que su población nativa y su distribución, tanto de flora como fauna, no se vea alterada. Con esto, inmediatamente nos damos cuenta del daño que produce la introducción de una especie no nativa, al alterar la composición normal de un ecosistema y desestabilizando el equilibrio que las diversas especies nativas han establecido entre sí y su medioambiente. Y es precisamente esta idea la que parece subyacer tanto a la ecología de la conservación, la ecología de la restauración y la ecología de las invasiones: la conservación de la biodiversidad se trata, fundamentalmente, de la conservación de los ecosistemas o de la restauración de ecosistemas alterados a su composición original, es decir, de cuidar a las especies nativas y eliminar o prevenir la llegada de especies invasoras.
Sin embargo, al interior de la misma ecología de las invasiones comenzaron a surgir voces disidentes con este modelo. Es evidente, por ejemplo, en el libro “Invasion Ecology” de Mark A. Davis, publicado por Oxford University Press (2009), es decir, un texto de manual dentro de su disciplina. En el libro se cuestiona la connotación negativa que supone el concepto de especie invasora y se remplaza por una tipología más neutra: residentes de larga data (nativos) y nuevos residentes (no-nativos). Con esto se puede cuestionar la idea de que una especie es beneficiosa o perjudicial de acuerdo solamente con su origen geográfico.
En un influyente artículo de 2011 en la revista Nature “No juzgues a las especies por su origen”, con la autoría colaborativa del mismo Davis y otros múltiples investigadores, se lleva esta idea aún más lejos. El artículo afirma directamente que las especies “invasoras” no son necesariamente negativas. El hecho de que una especie nativa o no nativa sea beneficiosa o perjudicial para un ecosistema no depende tanto de su lugar de origen, sino que de sus funciones (Davis et al.). Es decir, si lo que hace la nueva especie es compatible con lo que ya hacen otros seres vivos residentes en el mismo ecosistema, de manera que se dé una coexistencia armónica. Dado que muchas veces esa coexistencia se da entre residentes de larga data y nuevos residentes de un ecosistema, el artículo critica que a veces la práctica de la conservación se extravía en su excesivo énfasis en la ‘pureza’ de los ecosistemas. Los ecosistemas tendrían una composición dinámica que va modificándose con el tiempo, dando origen a ecosistemas nuevos.
La reacción a este enfoque apareció con mucha claridad en 2017 en la revista Cell Press, los biólogos conservacionistas James Russell y Tim Blackburn publicaron el artículo “El Surgimiento del Negacionismo del Concepto de Especie Invasora”, señalando que los críticos del concepto omitían la evidencia del carácter predominantemente perjudicial de las especies invasoras y de las transformaciones ecológicas, lo que incluso podía tener de fondo una agenda negacionista del cambio climático (Russell & Blackburn, 2017).
En números posteriores de ese mismo año de la revista abundaron las respuestas de diversos ecólogos al artículo que los acusaba de negacionismo, incluyendo al mismo Mark A. Davis. En ellas se señalaba el carácter ad hominem de las acusaciones y también se brindaba evidencias y argumentaciones en favor del nuevo enfoque (Briggs, 2017; Crowley et al., 2017; Davis & Chew, 2017). Una idea que probablemente rondaba a las respuestas es que la introducción de nuevas especies y los cambios ecológicos en realidad eran dinámicas ecológicas frecuentes y no siempre negativas.
Esto apunta a que, y así mismo lo señala Davis, se están conformando dos paradigmas completamente distintos respecto a la Naturaleza al interior de la ecología. En el primero, los ecosistemas son entidades con una composición específica que debe mantenerse estable en el tiempo. La alteración de la composición original del ecosistema es, por tanto, perjudicial. Esta idea de que los ecosistemas tienen una composición original de especies, Davis lo denomina Nativismo. Mientras que el otro enfoque normaliza las modificaciones ecológicas, y con ello la introducción de nuevas especies y las transformaciones ecológicas. Se trata de la Ecología de la Novedad y estudia como los ecosistemas se han transformado a través del tiempo, dando origen a ecosistemas nuevos (Davis, 2019).
Según los opositores “nativistas”, este nuevo enfoque desestima que las especies invasoras son gatillantes desproporcionadamente mayores de extinciones que las especies nativas (Bellard et al., 2016; Pyšek et al., 2020). Pero, a eso, la ecología de la novedad quizás respondería que desde siempre se han extinguido especies y han surgido nuevas. Y lo podemos ver en lo diferente que eran los ecosistemas de antaño y los seres vivos que albergaban, respecto a los ecosistemas actuales. La historia de la vida es una historia de transformaciones a través de las distintas eras geológicas. Sin embargo, también es cierto que existe el riesgo de que el enfoque post-nativista inspire un “todo vale” respecto al medioambiente. Y a esto, nuevamente, la ecología de la novedad podría responder nuevamente que eso no es cierto: no se dice que no haya fenómenos perjudiciales a nivel ecológico, sino que eso depende de las funciones de las especies y no de su origen geográfico.
El debate no es solo teórico, puesto que está directamente relacionado con cómo practicamos la conservación. Quizás ambos enfoques tienen aspectos atendibles y otros cuestionables, por lo que cabe hacerse ciertas preguntas:
¿Tiene razón la ecología nativista al advertir sobre los impactos negativos de especies introducidas?
¿Idealiza demasiado la idea de un ecosistema “original” y estable como señala Davis?
¿Hace bien la ecología de la novedad en recordarnos que la naturaleza siempre ha cambiado?
¿Corre el riesgo de justificar cualquier alteración, incluso las más dañinas?
¿Puede una especie no nativa cumplir funciones clave en un ecosistema y, por eso, ser protegida?
¿Hasta qué punto las decisiones de conservación deberían guiarse por el origen geográfico de una especie?
¿Podemos combinar aspectos de ambos enfoques para no caer en posturas rígidas y antagónicas?
Referencias
Bellard, C., Cassey, P., & Blackburn, T. M. (2016). Alien species as a driver of recent extinctions. Biology Letters, 12(2), 20150623. https://doi.org/10.1098/rsbl.2015.0623
Briggs, J. C. (2017). Rise of Invasive Species Denialism? A Response to Russell and Blackburn. Trends in Ecology & Evolution, 32(4), 231-232. https://doi.org/10.1016/j.tree.2017.02.003
Crowley, S. L., Hinchliffe, S., Redpath, S. M., & McDonald, R. A. (2017). Disagreement About Invasive Species Does Not Equate to Denialism: A Response to Russell and Blackburn. Trends in Ecology & Evolution, 32(4), 228-229. https://doi.org/10.1016/j.tree.2017.02.004
Davis, M. A. (2009). Invasion Biology. Oxford University Press. http://ebookcentral.proquest.com/lib/puccl-ebooks/detail.action?docID=430776
Davis, M. A. (2019). Defining nature: Competing perspectives: Between nativism and ecological novelty. Mètode Science Studies Journal. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=511766773017
Davis, M. A., & Chew, M. K. (2017). ‘The Denialists Are Coming!’ Well, Not Exactly: A Response to Russell and Blackburn. Trends in Ecology & Evolution, 32(4), 229-230. https://doi.org/10.1016/j.tree.2017.02.008
Davis, M. A., Chew, M. K., Hobbs, R. J., Lugo, A. E., Ewel, J. J., Vermeij, G. J., Brown, J. H., Rosenzweig, M. L., Gardener, M. R., Carroll, S. P., Thompson, K., Pickett, S. T. A., Stromberg, J. C., Tredici, P. D., Suding, K. N., Ehrenfeld, J. G., Philip Grime, J., Mascaro, J., & Briggs, J. C. (2011). Don’t judge species on their origins. Nature, 474(7350), 153-154. https://doi.org/10.1038/474153a
Pyšek, P., Hulme, P. E., Simberloff, D., Bacher, S., Blackburn, T. M., Carlton, J. T., Dawson, W., Essl, F., Foxcroft, L. C., Genovesi, P., Jeschke, J. M., Kühn, I., Liebhold, A. M., Mandrak, N. E., Meyerson, L. A., Pauchard, A., Pergl, J., Roy, H. E., Seebens, H., … Richardson, D. M. (2020). Scientists’ warning on invasive alien species. Biological Reviews, 95(6), 1511-1534. https://doi.org/10.1111/brv.12627
Russell, J. C., & Blackburn, T. M. (2017). The Rise of Invasive Species Denialism. Trends in Ecology & Evolution, 32(1), 3-6. https://doi.org/10.1016/j.tree.2016.10.012
Shackleton, R. T., Vimercati, G., Probert, A. F., Bacher, S., Kull, C. A., & Novoa, A. (2022). Consensus and controversy in the discipline of invasion science. Conservation Biology, 36(5), e13931. https://doi.org/10.1111/cobi.13931