El dolor es una de las dimensiones de la vida más apremiantes, especialmente para el ser humano, que busca de diversas formas evitar y mitigar el dolor. En relación con esto, entonces, es alarmante que algunos estudios sugieren que una gran proporción –un 50%, de la población de Europa y Estados Unidos– sufre dolor crónico.
Sin embargo, y a pesar de lo común de esta condición, uno de los pocos tratamientos es el uso de opioides como la morfina que, lamentablemente, producen otro problema: la adicción. Para solucionar este problema, la bioingeniera Ana Moreno y sus colegas de la Universidad de California decidieron buscar un tratamiento alternativo en la tecnología de edición genética CRISPR. Con esta tecnología sería posible llevar a cabo una modificación en los genes que modulan el dolor.
De acuerdo con la revista Nature, el dolor se produce cuando un estímulo externo –por ejemplo, un objeto puntiagudo– suscitan a las neuronas a enviar una señal eléctrica que viaja por la espina dorsal hasta el cerebro. Esto ocurre gracias a canales de iones presentes, una suerte de poro abierto por donde se transmite la señal del dolor. En el caso del dolor crónico, es posible que esta vía se vuelva hiperactiva.
Estudios sugieren que un canal específico llamado Nav1.7 juega un rol central en el dolor crónico, de manera que cuando el gen que controla este canal muta, las personas experimentan dolor extremo, dolor constante o simplemente pierden la capacidad de sentir dolor. Investigaciones pasadas buscaron bloquear el Nav1.7 con ciertas drogas, pero con efectos secundarios como pérdida de coordinación y sensibilidad.
Sin embargo, gracias a la edición genética precisa que ofrece CRISPR es posible modificar directamente al gen responsable, sin efectos secundarios. Por esto, el equipo de Ana Moreno realizó un experimento con roedores, inyectando una terapia que silencia el gen en la espina dorsal de los animales. Luego indujeron dolor crónico en los roedores y descubrieron que estos se habían vuelto más resistentes a los estímulos dolorosos. Algunos ratones que se habían vuelto muy sensibles al dolor mediante quimioterapia, con una sola inyección de la terapia génica dejaron de sentir dolor y el efecto se mantuvo hasta por 44 semanas.
Margarita Calvo, médico del dolor de la Universidad Católica de Chile, comenta para revista Nature que el tratamiento silencia la expresión del Nav1.7 sin perturbar a otros canales sensitivos, por lo que los ratones no perdieron otras sensaciones.
Esto presenta una promesa importante para las muchas personas que experimentan dolor crónico en el mundo. Sin embargo, ¿podemos pensar en una proyección hipotética de estas investigaciones? ¿Será capaz el CRISPR de eliminar el dolor por completo? Si esto es posible, ¿sería deseable eliminar todo dolor? ¿Cómo sería una humanidad que no siente dolor?
Gabriel Vidal Quiñones
Fuente:
Remmel, A. (2021). CRISPR-based gene therapy dampens pain in mice. Nature, 591(7850), 359-359. https://doi.org/10.1038/d41586-021-00644-5
Crédito Imagen: Dizzy & Vertigo Institute