ChatGPT, desde su lanzamiento en noviembre de 2022, ha atraído mucha atención a nivel internacional. Los primeros experimentos con ChatGPT crearon una ola de entusiasmo sobre esta nueva herramienta y su potencial para traer una revolución en todos los aspectos de nuestras vidas. Este entusiasmo se vio alimentado por noticias informando sobre la puntuación de “aprobado” alcanzada por ChatGPT en los exámenes de las facultades de Derecho, Economía y Medicina en EE.UU.
Las universidades de todo el mundo se encuentran en el punto de mira por la preocupación de que los alumnos puedan hacer trampas en sus evaluaciones utilizando ChatGPT y los profesores sean incapaces de detenerlos, porque no hay ningún software que pueda detectar si un trabajo ha sido escrito por un ser humano o no. Por lo tanto, las universidades tendrán que revisar sus estrategias de evaluación, así como sus políticas relativas al plagio y la colusión.
Los alumnos ya pueden utilizar ChatGPT cuando escriben sus ensayos y pueden utilizarlo cuando tienen exámenes en casa (exámenes a distancia). No obstante, y desde hace ya mucho tiempo, los alumnos tienen la posibilidad -éticamente inaceptable- de contratar escritores fantasmas para que escriban sus trabajos por ellos. Hay numerosas empresas que les envían a los alumnos mensajes en las redes sociales con ofertas de este tipo, por no hablar de la cantidad de folletos que hay por todos los campus universitarios anunciando abiertamente servicios de redacción fantasma (essay mills). Además, los programas informáticos que impiden que los ordenadores accedan a internet mientras los alumnos realizan un examen en casa pueden interceptarse fácilmente con un tablet o smartphone. En pocas palabras, la integridad académica es difícil de controlar y siempre ha sido así.
La inteligencia artificial está aquí para quedarse y no podemos permitirnos fingir que no tendrá ningún efecto en nuestra vida; lo mismo se aplica al ChatGPT, ya que es sólo cuestión de tiempo que se vuelva aún más eficiente. Por lo tanto, en lugar de intentar desacreditarlo, es más recomendable encontrar la forma de incorporarlo al sistema educativo existente de la misma manera que otras herramientas, como Zoom, se han integrado con éxito. Las universidades no deberían ver ChatGPT como una amenaza, sino como una oportunidad para evolucionar y adaptarse a los nuevos desarrollos. Una vez que los alumnos se gradúen, es muy probable que utilicen ChatGPT en su trabajo. Entonces, sería útil que ChatGPT pueda utilizarse como una herramienta para la resolución de problemas del mismo modo que se están utilizando las calculadoras en matemáticas. El énfasis puede desplazarse de la memorización y la reformulación del material de lectura hacia la reflexión y el análisis crítico, que requieren sentido común, creatividad y emociones. Por ejemplo, los alumnos podrían ser evaluados por la calidad de las preguntas que formulan a una herramienta de IA o por el enfoque de la respuesta proporcionada por ChatGPT en función de sus conocimientos de la materia en cuestión.
Teniendo en cuenta que nuestra sociedad evoluciona, la educación también necesita avanzar en lo que sea necesario y alejarse de las prácticas que puedan resultar anacrónicas o ineficaces, tanto para la valoración como la evaluación. Este es un desafío que incentiva a los educadores a ser proactivos y aprovechar esta oportunidad para introducir cambios en lugar de esperar a que las circunstancias les obliguen a hacerlo.