Usualmente las crecientes temperaturas del cambio climático son asociadas a catástrofes del calor: sequías, derretimiento de glaciares, olas de calor sofocantes y, sobre todo, el aumento en incendios forestales. Todo apunta a la pérdida de los bosques.
Por esta razón, son a lo menos tiempos extraños para los pastores de renos indígenas al norte de Siberia. En sus tierras a las orillas del Océano Ártico, la tundra se está descongelando, lo que parece ser un mal augurio. Sin embargo, el resultado es que los arbustos están brotando y los sauces que hace una generación luchaban por crecer apenas hasta nuestras rodillas crecen hasta 3 metros de altura. Ahora el distrito autónomo de Nenets tiene cuatro veces más árboles que en la década de 1980.
De hecho, en todo el Círculo Polar Ártico, los árboles están invadiendo a medida que el clima se calienta. En Noruega, el abedul y el pino marchan hacia el polo, eclipsando la tundra. En Alaska, los abetos toman el relevo de los musgos y líquenes. En todo el mundo, las investigaciones recientes indican que los bosques se están expandiendo a lo largo de dos tercios de la línea arbórea septentrional de la Tierra, de 12.000 kilómetros de longitud -el punto en el que los bosques dan paso a los hielos de la tundra.
El aumento de los bosques no se limita al extremo norte. En latitudes más bajas, algunas regiones más cálidas y áridas también están experimentando un aumento de los árboles, en parte porque las crecientes concentraciones de dióxido de carbono (CO2) -el principal gas que calienta el planeta- están permitiendo a las plantas utilizar el agua de forma más eficiente y prosperar en suelos más secos. Y los efectos fertilizantes del CO2 están permitiendo a los bosques existentes añadir más hojas y madera, aumentando su biomasa.
Es un panorama sorprendentemente diferente del que se está dando en los trópicos, donde cientos de miles de hectáreas de bosque se pierden cada año a causa de las motosierras y los incendios, y el cambio climático está estresando a los árboles que quedan. Sin embargo, algunos estudios predicen que las pérdidas en los trópicos podrían compensarse con creces con las ganancias en otros lugares, lo que llevaría en las próximas décadas a un mundo con más árboles y de más rápido crecimiento.
Esto podría parecer una noticia sorprendentemente buena para frenar el calentamiento global. Los bosques suelen tener un efecto refrigerante, ya que liberan compuestos orgánicos y vapor de agua que favorecen la formación de nubes. Además, un mayor número de árboles de crecimiento más rápido absorbería más carbono atmosférico y lo guardaría en la madera. Sin embargo, es muy difícil predecir con exactitud los efectos a largo plazo.
¿Es posible que esta proliferación de árboles compense las pérdidas en los trópicos? ¿Nos dirigimos hacia un mundo sin hielo y lleno de vegetación?
Fuente:
https://www.science.org/content/article/trees-help-curb-climate-change-can-also-contribute-warming-reducing-earths-reflectivity
Imagen: Unsplash/ Vlad Hilitanu