Hace ya varios años que podemos escuchar en círculos de discusión ambiental la idea del Antropoceno: una época geológica inaugurada por el hecho de que el ser humano tiene una influencia planetaria lo suficientemente relevante como para ser considerada una variable geológica. Sin embargo, si bien se ha convertido en una idea de uso común, sus pretensiones hasta ahora son más bien retóricas e informales. El concepto sirve para argumentar sobre políticas ambientales y sobre cierto punto de vista ético en relación a la acción humana sobre el ambiente; se afirma generalmente, por ejemplo, que la capacidad del ser humano para alterar los ecosistemas es negativa o que esta capacidad requiere de específicas responsabilidades morales que de antaño no existían.
El concepto no ha tenido, todavía, una validación científica. Es decir, que la ciencia geológica oficialmente declare, por acuerdo de sus proponentes, que en efecto hay evidencia geológica para afirmar que nos encontramos en el Antropoceno. De momento, nos encontramos todavía en la era geológica conocida como Holoceno, que se remonta los últimos 11.700 años y que se ha caracterizado por cierta estabilidad climatológica. Sin embargo, esta situación podría cambiar en un futuro cercano marcando un cambio de época.
Los geólogos podrían decidir pronto qué lugar de la Tierra marca la primera evidencia clara del Antropoceno. Muchos de ellos creen que se trata de una nueva época geológica que comenzó cuando los humanos empezaron a alterar el planeta con diversas formas de materiales industriales y radiactivos en la década de 1950. Por el momento, han reducido su selección a nueve lugares candidatos en todo el mundo, cada uno de ellos considerado por la fiabilidad de sus capas de barro, hielo u otras materias para contar la historia de la influencia humana en una línea de tiempo que se extiende miles de millones de años en el pasado.
Si las casi dos docenas de miembros con derecho a voto del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (AWG), un comité de científicos formado por la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS), se ponen de acuerdo sobre un lugar, se reconocería oficialmente que el ser humano ha ejercido una profunda influencia sobre la Tierra. Según los investigadores, la formalización del Antropoceno aunaría los esfuerzos para estudiar la influencia de las personas en los sistemas de la Tierra, en campos como la climatología y la geología. La transición a una nueva época también podría impulsar a las fuerzas políticas a tener en cuenta el impacto del ser humano en el medio ambiente a la hora de tomar decisiones.
Normalmente, los investigadores acuerdan que un cambio concreto en la geología de la Tierra debe quedar reflejado en la cronología oficial. El ICS determinará entonces qué conjunto de capas rocosas, denominadas estratos, ilustra mejor ese cambio, y elegirá qué capa marca su límite inferior. Esto se denomina Sección y Punto Global del Estratotipo (GSSP), y se define mediante una señal, como la primera aparición de una especie fósil atrapada en la roca, lodo u otro material. Se elige un lugar para representar el límite, y los investigadores lo marcan físicamente con una espiga dorada, para conmemorarlo.
Los posibles hallazgos en los sedimentos luego deben ser evaluados como evidencia convincente por la comunidad científica de que marcan el inicio del Antropoceno. Sin embargo, no parece haber acuerdo sobre qué hallazgo específico debe haber en los sedimentos estudiados, aunque candidatos en el pasado han sido: isótopos radiactivos procedentes de pruebas de bombas nucleares, cenizas de combustión de combustibles fósiles, microplásticos, pesticidas.
En suma, nos estamos acercando más que nunca a la posibilidad de que la geología declare oficialmente el Antropoceno, aunque, como podemos ver, es un proceso complicado.
Cabe preguntarse, qué implicaría a nivel ético reconocer científicamente el Antropoceno como una era geológica en curso, porque la geología haría la constatación neutra de que somos una variable importante. Precisamente algo que va más allá de lo que la ciencia puede determinar, sería ya valorarnos como una variable positiva o negativa. Por ejemplo: ¿La modificación que hace el ser humano en el planeta es positiva o negativa? Si es negativa, ¿qué significa? ¿Somos el cáncer del planeta? ¿El ser humano debe pagar ciertas culpas? O incluso, una evaluación negativa y radical de la acción del ser humano, ¿conduciría a una ética misántropa? Quizás es negativa pero no del todo, quizás se puede enmendar el rumbo. Sin embargo, este es un caso donde precisamente, lo antropológico y lo científico parecen cruzarse de maneras cuyas consecuencias podrían ser transformadoras de la cultura a nivel global.
Fuentes:
https://www.nature.com/articles/d41586-022-04428-3
https://www.sciencedirect.com/topics/earth-and-planetary-sciences/holocene
Creditos imagen:
https://eoimages.gsfc.nasa.gov/images/imagerecords/55000/55167/earth_lights_lrg.jpg)