El Humanzee, es un híbrido entre humano y chimpancé (homo sapiens y pan troglodyte) que hipotéticamente intentó crear Ilya Ivanov en los años 20, esta investigación posiblemente resurgió en China en los años 60. La idea central era usar estos híbridos como soldados para la guerra. Los híbridos se pueden encontrar en la naturaleza cuando se cruzan dos especies estrechamente emparentadas como, por ejemplo, los ligers y los tigones que son el cruce entre tigres y leones. Por otro lado, las quimeras son organismos o seres que conviven con dos tipos de células en un mismo cuerpo, es decir no hay mezcla de material genético entre ellas; ellas han estado en la cultura humana por miles de años, recordemos el minotauro o las sirenas, solo por nombrar a algunos. Recientemente, los científicos han decidido emprender la formación de quimeras entre células humanas y de otros animales con el fin de estudiar el desarrollo y causas de patologías del sistema nervioso, tales como el Parkinson o Alzheimer.
La historia comienza con la formación de “organoides”, un grupo de células in vitro, en que las células forman conglomerados y logran conectarse y comunicarse entre ellas. Recientemente se han logrado formar organoides de neuronas (células nerviosas) los que han servido para estudiar su función in vitro. Este desarrollo ha suscitado diversas preocupaciones por lo que podría significar poder eventualmente “crear” un mini cerebro humano in vitro.
Sin embargo, otros investigadores han tomado una aproximación distinta y, en el año 2018, el grupo de Fred Gage implantó organoides de neuronas humanas en el cerebro de ratones adultos (1). Ellos mostraron que estos organoides se podían vascularizar (que en su interior se formen vasos sanguíneos) y la presencia no solo de neuronas, sino que también de glías y astrocitos (otras células del tejido nervioso), lo que significó una mejor reconstrucción in vivo de la función neuronal humana. Este resultado fue muy alentador ya que, gracias a la formación de esta quimera humano-ratón, se podía estudiar directamente, en un sistema in vivo, el funcionamiento de neuronas humanas, cosa que hasta el momento no se había logrado hacer. El grupo de Sergiu Pasca ha ido más allá, y recientemente (el 12 de octubre de este año) publicaron en la revista Nature que implantaron organoides de neuronas humanas en cerebros de ratas recién nacidas (2). Los organoides se formaron a partir de neuronas diferenciadas desde células troncales humanas, las que a su vez se obtuvieron de la diferenciación de células de la piel. Estos organoides implantados en los cerebros de ratas logran establecer conexiones funcionales, se vascularizan e incluso, las neuronas, son capaces de responder a estímulos sensoriales como el movimiento de las vibrisas (los bigotes) de las ratas adultas. Estos resultados permitirán estudiar con mayor detalle el desarrollo y funcionamiento del cerebro humano, probar el funcionamiento de diversas drogas y entender el origen de diversas patologías del sistema nervioso central (3).
Sin embargo, estos hallazgos han generado controversia debido a que, pese a que los autores mantienen que no es un cerebro humano propiamente tal, no se descarta la posibilidad que, dada una optimización del sistema, parte de las funciones cerebrales humanas si se puedan expresar en estos organoides implantados en los cerebros de rata. Otro punto importante es el bienestar animal, los procedimientos usados para su generación y si los organoides implantados pudiesen afectar su comportamiento o calidad de vida. ¿Podrá esta quimera de humano-rata tener ciertas capacidades aumentadas o disminuidas por esta intervención? ¿Qué pasaría si esto se realiza en chimpancés o gorilas, que son especies con una mayor capacidad cognitiva y más cercanos a los seres humanos? ¿Podrán llegar a tener las ratas, o eventualmente los simios, un mayor nivel de conciencia? ¿Podrán estas quimeras llegar a ser consideradas personas?
Este desarrollo de quimeras tiene un gran potencial para eventualmente generar terapias en enfermedades devastadoras en seres humanos. Sin embargo, dado las preocupaciones éticas ¿será necesario detener esta investigación? Se deberán instaurar regulaciones estrictas para que esto no ocurra, pero aún queda el riesgo que esta investigación continúe en el ámbito privado donde moratorias o declaraciones de bioética no tienen un alcance penal. De la misma manera esto podría ocurrir en países con una nula o escasa regulación en el área de la biotecnología en biomedicina, como es el caso de Chile.
Por último, es importante considerar que, de llegar a desarrollarse terapias basadas en esta tecnología, estas tendrán un altísimo costo, por lo que tendrán acceso solo aquellas personas con altos ingresos económicos, aumentando la ya gran inequidad existente en el acceso a la salud.
Referencias
1.- An in vivo model of functional and vascularized human brain organoids – PubMed (nih.gov)
2.- Maturation and circuit integration of transplanted human cortical organoids | Nature
3.- Human brain organoids implanted into rats could offer new way to model disease (nature.com)
4. Human Brain Cells Grow in Rats, and Feel What the Rats Feel – The New York Times (nytimes.com)